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Separación e hijos: recomendaciones para padres sabios

En la terapia de pareja hay ocasiones en las que, tras el proceso terapéutico, la decisión final es la separación (lo que no tiene por qué considerarse un “fracaso”, ya que el verdadero fracaso lo puede constituir el hecho de mantener en el tiempo una relación muerta o tremendamente insatisfactoria).

Una separación o un divorcio es siempre una situación difícil en la que los adultos experimentan sentimientos encontrados: dolor, ira, tristeza, rabia…  Seguramente es el momento en el que menos capacidad tienen los padres para ocuparse de las necesidades de sus hijos/as, y es justo cuando ellos/as más los van a necesitar. Está claro que si los adultos sufren con una separación, esto también va a afectar a los/as niños/as, y sin duda el peor escenario se produce cuando la separación se convierte en una batalla en la que los hijos/as son utilizados para atacarse mutuamente.

Si realmente a los progenitores les importa la felicidad de sus hijos/as, tendrán que tener claro que ésa será la prioridad, que estará por encima de otras realidades personales y  que tendrán que esforzarse en hacer las cosas muy bien, solicitando ayuda externa si es necesario e intentado ser sensibles a las necesidades de los niños/as.

Dentro de esa dificultad, hay una oportunidad para demostrar a los hijos/as su amor por ellos y ser un modelo de cómo afrontar los problemas y superar las dificultades.

No todos los niños/as reaccionan de la misma manera ante la separación de los padre; su sensibilidad, sus circunstancias personales  y su forma de ser, condicionarán su reacción, por lo tanto no podemos hacer un manual a seguir a la hora de afrontar una separación pero sí que podemos dar algunas recomendaciones, recapituladas de varios autores, para intentar garantizar que sus necesidades básicas de protección, guía y apoyo estén cubiertas y crezcan sin el sentimiento de que algo malo les ha sucedido en su historia personal.

El primer hecho a afrontar será comunicar al niño la separación y salvo que se hayan vivido grandes discusiones familiares la noticia probablemente les sorprenderá.

Los niños  suelen tener la noción de familia muy clara y para ellos es una estructura estable e invulnerable, por eso de entrada, suelen negarlo y reaccionar con rabia e incomprensión. Más tarde pasarán a sentir  tristeza (aunque hay niños/as que lo asumen con bastante naturalidad). Puede que tengan problemas de sueño o que baje el rendimiento en la escuela, pero a pesar de ello hay que ser honestos y transmitirles la idea de la separación:

  • Hay que buscar un momento en el que los padres se sientan serenos y seguros para hablar con ellos y hacerlo de forma sincera y firme,  sin dar falsas esperanzas de que las cosas se puedan arreglar.
  • Hay que dejar claro que la causa de la separación no son en absoluto ellos y que no pueden hacer nada para que vuelvan a estar juntos. Es un problema de los mayores y que deben resolverlo ellos. Asegurad repetidamente a vuestros hijos que ambos padres les siguen queriendo igual que antes.
  • Explicad claramente que la separación es definitiva. Que no existe la posibilidad de volver atrás.
  • Las palabras con las que se les diga dependerán de la edad; se les puede decir que  ya no sois felices juntos o que no lográis poneros de acuerdo y llevarse bien, pero siempre añadiendo que a ellos siempre les querrán y cuidaran de ellos o que lo único que queda en común es lo mucho que los quieren.
  • No hay  que poner a ninguno de los dos la etiqueta de “malo” aunque alguno/a se haya equivocado haciendo daño al otro/a. Ambos siguen siéndolos progenitores y no puede haber un malo y un bueno (si que puede haber errores por parte de alguno de ellos).Tratad de proteger las opiniones positivas que vuestros hijos/as tenga de ambos padres y del resto de familiares.
  • No hay por qué darles excesivos detalles del problema. Se les explica de forma sencilla y clara y se les contesta a las dudas que tengan. También se debería transmitir disponibilidad para hablar con ellos en cualquier momento sobre como están las cosas y  cómo se sienten.
  • A partir de la separación necesitarán seguridad, continuidad en los hábitos y sensación de que las cosas son previsibles.
  • Es importante dejar que expresen sus emociones, escucharlos y atender a sus demandas. Para ello se debe crear un ambiente de comunicación abierta. No hay que dejar que tengan miedos o incertidumbres sobre lo que pasará con ellos, cómo serán las cosas a partir de ese momento. Los niños se sienten seguros cuando saben lo que va a pasar (pensado cuánto les gusta y cómo disfrutan de ver dibujos animados que ya han visto hasta la saciedad, porque les son familiares y previsibles).
  • Los niños no se pueden convertir en los confidentes de sus padres, quienes necesitan comprensión y apoyo son los niños. El padre o la madre debe buscar a otro adulto para esta función, aunque el niño o niña sea maduro ese no es su papel.
  • Otra cuestión importante será la reorganización de la vida diaria; también aquí los niños necesitarán orden, mantener hábitos y un entorno predecible y en el que tengan las cosas claras: cuando estarán con uno u otro, horarios sin grandes cambios, organización escolar, etc.
  • Facilitad la relación de vuestro hijo con el otro progenitor, siendo flexible en los horarios, por ejemplo. Es vital mantener unas pautas educativas comunes a pesar de que la pareja ya no conviva. No fomentar ni ceder a los “chantajes”.
  • Los hijos no son un objeto. Luchad no por apropiaros de ellos y sí por su libertad. Luchad por ellos, movidos por el amor y no por el odio o el rencor hacia la expareja.
  • Los hijos seguirán aprendiendo de vuestro comportamiento. Como progenitores sois un ejemplo constante para ellos.
  • Tanto la figura materna como la paterna tienen que seguir siendo igualmente importantes, para ellos el padre y la madre son únicos e irremplazables.
  • Normalizar la situación una vez se ha hecho efectiva la separación lleva al menos un año  y en ese tiempo debéis encontrar la forma de reorganizar la vida y encontrar un equilibrio que cubra las necesidades de los hijos.
  • No expongáis a los niños a una nueva pareja, si sabéis que va a ser esporádica, y tampoco os interpongáis en la relación de vuestra expareja con terceras personas. Y por supuesto, los niños no son “espías” ni “infiltrados” a interrogar a la vuelta del tiempo pasado con el otro progenitor. En ese sentido, la mejor máxima es “vive y deja vivir”. La felicidad del otro progenitor redundará en el bienestar de tus hijos (igual que la tuya propia).

 

Rebeca Lajos Rañó
Psicóloga-Sexóloga en Aidé Psicología



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