El perfeccionismo: ¿virtud o defecto?
La mayoría de nosotr@s hemos dicho o escuchado alguna vez como se referían a alguien o a nosotr@s mismos como personas demasiado perfeccionistas y exigentes. Pero ¿qué significa ser “demasiado perfeccionista”? ¿Qué aspectos positivos puede tener? ¿Cómo podemos reconocer esta cualidad? Y lo más importante, si nos limita, ¿cómo podemos evitarlo?
El interés sobre el perfeccionismo ha ido creciendo en psicología al mismo tiempo que se empezaba a considerar un punto importante a tratar en diferentes trastornos y dificultades tales como la depresión, los trastornos alimentarios, el trastorno obsesivo-compulsivo, la fobia social o incluso los déficits de autoestima.
¿Cómo es una persona perfeccionista?
Entre los principales componentes del perfeccionismo emocional encontramos:
- Las exigencias personales elevadas, que hace referencia a la autoimposición de criterios exigentes para definir el éxito personal.
- Una autoevaluación negativa al no alcanzar las exigencias. Por tanto, al no conseguir las metas que se proponen, en este caso exageradas, se sienten fracasados, desmotivados y frustrados.
- Si “consiguen” su meta, suelen llevarla a un nuevo nivel más alto, más “perfecto”, por lo que la satisfacción es breve y da paso a más frustración.
Características de una persona perfeccionista
Pero… ¿No aporta nada positivo el perfeccionismo?
Es cierto que la autoexigencia y el perfeccionismo puede tener algunas ventajas sociales y laborales, ya que estas personas se muestran muy trabajadoras, ambiciosas y exitosas en los objetivos que se proponen. Si te sientes identificados con lo anterior quizás puedas reconocerte en alguna de las siguientes características:
- Trabajas con gran dedicación;
- Tratas de hacer todo muy bien;
- Tienes una visión del mundo donde las cosas o están bien o están mal hechas, sin términos medios.
- Tratas de ser siempre el mejor en cualquier iniciativa que emprendas
- Tratas de ser exitos@ en casi todas las áreas de tu vida
- Te comprometes al 100% con lo que haces
- Trabajas con el máximo potencial
Causas del perfeccionismo
Aunque, ¿hasta qué punto puede favorecer esto en tu vida diaria?
Si bien es cierto que ser perfeccionista no implica ser eficiente, ya que la mayoría de las veces el miedo a cometer errores es el freno que obstaculiza el avance y la eficacia. De hecho, el perfeccionismo es una e las cosas que nos puede llevar a la procrastinación.
De hecho, estas cualidades pueden volverse desadaptativas ante situaciones estresantes. De forma que las siguientes afirmaciones también pueden protagonizar tu día a día:
- La ansiedad y el estrés condicionan tu vida.
- Eres pesimista e intentas controlar lo que te rodea.
- Te exiges demasiado a ti mism@ y a los demás.
- Te hundes por pequeños fracasos.
- No estás satisfech@ con lo que te rodea.
- Te obsesionas con pequeños detalles y con la detección de fallos.
- Te comparas con tu alrededor.
- No te tomas tiempo para descansar y así conseguir las metas.
- Evitas las situaciones en las que no te sientes segur@.
- Te afecta en exceso la opinión que l@s demás tienen de ti y eso condiciona tu vida.
¿Cómo dejar de ser tan perfeccionista?
Aquí te presentamos algunas recomendaciones que puedes seguir para que el conocido “síndrome del perfeccionista” no te influya negativamente:
- Disminuye tus exigencias, y cámbialas por objetivos reales: Eficacia vs Perfeccionismo: entendiendo por eficiencia, conseguir el objetivo con el mínimo gasto de recursos: no tengo que llegar al 10 en todo, eso es agotador, innecesario e inabarcable.
- Proponte metas pequeñas, asequibles y realistas.
- Se consciente de tus pensamientos negativos (especialmente los que van contra ti mism@) y refútalos con afirmaciones positivas: “quiero hacer las cosas correctamente, pero no tienen que ser perfectas”.
- Disminuye el tiempo que le dedicas a las tareas rutinarias: da igual si ese vaso no está perfectamente lavado o si queda alguna mota de polvo después de limpiar.
- Pide ayuda si lo necesitas y delega: que alguien no haga las cosas como tú, no quiere decir que no estén bien hechas.
- Permite equivocarte: eres human@ y el error es inherente a esta condición.
- Ten expectativas flexibles: si consigues lo que esperas, genial, pero si no lo consigues no es dramático. Si te planteas esta idea de antemano, te evitarás mucha frustración.
- Pasa a la acción, será mejor que dejar todo para después, o caerás en la trampa de la procrastinación.
Es importante saber que ningún ser humano es perfecto y que no necesitas la búsqueda de la perfección para ser feliz.
Y si sientes que esta cualidad te limita, no dudes en consultar a nuestro equipo de psicólogos, ¡ellos te ayudarán a sacar el “falible” que llevas dentro!
Ana Macías
Prácticum de Aidé Psicología