Líbido en la mujer: Lo que nunca te han contado sobre el deseo sexual femenino
Cuando hablamos de libido o deseo sexual, nos viene a la mente ese deseo pasional, espontáneo y arrebatado que solemos sentir al principio de una relación y que se alimenta de la novedad, la sorpresa y la incertidumbre. Ese que te lleva a que no te importe si no duermes, a tener un deseo de fusión constante, que es ardiente e impulsivo, donde con una mirada, o un roce eres capaz de ponerte a cien. El problema de este deseo o libido espontáneo es que es “fugaz”, y sólo está presente al inicio de la relación, en la fase de enamoramiento (que dura entre 6 meses y un año). A partir de ahí, y con la llegada de la estabilidad, la seguridad, la comodidad y el compromiso, este tipo de deseo suele abandonarnos, o aparecer sólo de forma puntual cuando conectamos con la admiración hacia nuestra pareja, o surge una amenaza de pérdida.
Ante estas circunstancias y como consecuencia de la idealización que hacemos de este tipo de deseo espontáneo, podemos llegar a pensar (especialmente si somos mujeres), que nuestra libido ha desaparecido, que carecemos de deseo, y que eso es un problema…. Pero probablemente lo único que ocurre es que este deseo ha evolucionado y se ha convertido en otro tipo de deseo, con otras características y formas de manifestarse, y que es tan lícito y válido como el pasional y arrebatado. Y en esta evolución del deseo, además puede haber diferencias según seamos hombres o mujeres (aunque cada vez estas diferencias son menores).
Pero… ¿entonces hay más de un tipo de deseo sexual?
Sí, así es. De hecho, aquí te planteamos 5 posibles tipos de deseo, aunque tú puedes tener el tuyo propio, que enriquezca aún más esta lista:
- Deseo espontáneo: Es el deseo del que hablábamos antes, del inicio de una relación. Como decíamos, es pasajero y su desaparición no tiene por qué ser considerada patológica.
- Deseo físico: es el más habitual en hombres (alimentado por la testosterona). Es más visual, más inmediato, más impulsivo…
- Deseo motivado por el encuentro: no hay un deseo previo al encuentro, sino que se construye a medida que el encuentro avanza, a raíz de alguna estimulación externa (besos, caricias, abrazos, estimulación sensorial) o estimulación interna (pensamientos, fantasías…). Digamos que surge a raíz de la excitación y se mantiene a lo largo del encuentro sexual. En nuestro artículo sobre Las otras llaves del deseo puedes encontrar más información al respecto.
- Deseo emocional: me gustas, te quiero y quiero estar contigo, hacer cosas contigo y busco esa intimidad afectiva y sexual (que no implica necesariamente un contacto genital).
- Deseo de intención: es el que me propongo tener, porque me va a sentar bien, porque me “empujo” o me esfuerzo, aunque no me salga de forma espontánea. Es algo así como ir al gym: estoy en casa en mi sofá y no tengo ganas de hacer ejercicio, pero sé que me vendrá bien y me sentiré satisfechx después de hacerlo y por ello activo los mecanismos voluntarios que me llevarán a hacerlo. Pues algo similar ocurre con este tipo de deseo.
Como veis, no hay un único deseo ¡Cinco mejor que uno! Y ahora que ya tenemos claro que “deseo hay más que uno”… vamos a ver qué pasa con el deseo femenino.
¿Cómo es el deseo sexual femenino (o tradicionalmente conocido como “el apetito sexual en las mujeres”)?
El deseo sexual femenino ha sido un gran desconocido hasta hace bien poco. No fue hasta los años 70 con la revolución sexual (a España llegaría algo más tarde…) cuando el deseo sexual en la mujer se empezó a tener en cuenta y dejó de ser un “privilegio” de los hombres. Y no fue hasta 1998 cuando, por ejemplo, se describió la anatomía completa del clítoris (¡Gracias Helen O´Connell!).
La sexualidad sigue siendo un tema tabú, y con estos antecedentes, la sexualidad femenina aún más, por contar con tan escueto recorrido. Una de las consecuencias de todo esto ha sido, por ejemplo, “importar” las características del deseo masculino, estableciéndolas como “lo normal”, ignorando así las peculiaridades del deseo sexual femenino. Es por ello que en este artículo vamos a ponerlas sobre la mesa y reivindicar estas diferencias que no sólo enriquecen nuestro conocimiento sobre sexualidad y pareja, sino que también amplían el abanico de opciones y normalizan situaciones que tradicionalmente se han podido vivir como patológicas.
Características del apetito sexual femenino
Antes de comenzar este apartado es importante aclarar que hablamos de generalidades, y que no todas las mujeres presentan un deseo con estas características, y no es exclusivo al 100% de ellas. De hecho, cada vez más hombres comparten peculiaridades de este deseo más típicamente femenino (probablemente porque estas características no se deben tanto a cuestiones biológicas, como a razones más sociales o educacionales). Dicho esto, vamos con esas características típicas de la libido femenina:
- Es sensorial. Mientras que en el deseo masculino suele primar lo físico y lo visual, en el deseo de la sexualidad femenina priman otros elementos: el tacto, la conexión, lo cognitivo, lo emocional… Y sobre todo, sentirse cómodas, confiadas y seguras. Esto tiene que ver con que filogenéticamente, el sexo para la mujer podía implicar la posibilidad de embarazo, y tenían que darse las condiciones óptimas, o no se mostraría disponible. Sin estas características, difícilmente se abrirán al placer, a sentir y a dejarse llevar.
- Es progresivo. La curva de excitación y placer en la mujer es mucho menos abrupta que en el hombre, de ahí que en general necesite de una estimulación más lenta y mantenida en el tiempo para llegar a altos niveles de excitación. El cuerpo femenino, necesita más tiempo para “abrirse”. En consulta me gusta decir que el hombre es fuego y la mujer es agua: ellos cogen temperatura y arden enseguida, y ellas necesitan más tiempo para entrar en ebullición. Incluso en ocasiones, la mujer puede ser hielo, por lo que antes de hervir, hay que derretir…
- No suele ser tan “finalista”. Mientras que el deseo masculino suele enfocarse al coito y el orgasmo, el deseo sexual de una mujer suele ser más holístico, con un mayor abanico de posibilidades, que no tienen por qué pasar necesariamente por el coito o por lo genital.
- Se alimenta de la conexión. En general entre el público femenino la conexión lleva al deseo, mientras que en los hombres suele funcionar a la inversa, el deseo y el sexo, llevan a la conexión.
- La importancia de lo que ocurre antes del sexo. En la línea de lo que comentábamos en el punto 1, la existencia de un buen clima previo al encuentro sexual es fundamental en el universo femenino (y este “previo” pueden ser minutos, horas, ¡¡o hasta días!!). Una bronca, una mala contestación, un mal gesto, o el no hacerse cargo de una parte de las responsabilidades domésticas, pueden boicotear la conexión con el deseo. Esta peculiaridad suele ser especialmente difícil de entender por el universo masculino, ya que a la testosterona estos elementos no le suelen pasar factura…
¿Te sientes identificadx con alguno de ellos? ¿Cuáles definen mejor tu vivencia del libido femenino? ¿Con esta nueva información, cómo calificarías tu apetito sexual como mujer? No olvides que cada persona es única, con sus matices y peculiaridades, y con su vivencia única de la sexualidad. Explórala, conócete mejor y así tendrás la oportunidad de desarrollar aún más tu potencial.
Rebeca Lajos Rañó
Psicóloga y Sexóloga en Aidé Psicología