AIDÉ Psicología

ENEMIGOS DEL BIENESTAR EN PAREJA

Cuando hablamos de pareja, hablamos de la unión de dos individuos, de dos biografías personales, de dos historias de vida y de dos personalidades diferentes, que por motivos más o menos conscientes se han sentido atraídxs y desde el amor (en el mejor y más deseable de los casos), han decidido comenzar una aventura juntxs. Cada una de estas personalidades tiene su propia luz, su propia ESENCIA, pero también tiene su sombra, su EGO, que aunque es inevitable, suele estar detrás de gran parte del sufrimiento personal y de pareja. Por eso vamos a conocer un poco mejor a este “personaje en la sombra”, que si bien es nuestro necesario compañero, conviene conocer para mantenerlo a raya, para que no haga de las suyas.

¿Qué es el ego?

El ego podríamos decir que es como una especie de “escudo protector” que creamos de niñxs para nuestra supervivencia emocional. Un mecanismo de adaptación, o una especie de instinto de supervivencia emocional que nos permite afrontar las situaciones que vivimos en nuestra primera infancia. Cuanto más amor y más estabilidad hayamos percibido de pequeñxs (especialmente durante los 6-7 primeros años de vida), menor será la necesidad que tendremos de protegernos bajo este ego, y viceversa.

A este EGO se le suman las CREENCIAS que heredamos de nuestro entorno social (progenitores fundamentalmente, pero también entorno cultural, familiar, escolar…), creando lo que llamamos nuestro MODELO MENTAL, que condiciona el modo cómo vemos el mundo. Tal y como decía Confucio, no vemos las cosas tal y como son, sino que las vemos tal y como somos nosotrxs.

Este modelo mental funciona como una especie de filtro a través del cual vemos e interpretamos lo que nos rodea y nos da la referencia de lo que es nuestra realidad. Y digo nuestra realidad y no la realidad, porque es una noción absolutamente subjetiva: La “realidad” es sólo “tu realidad”. Y esto es algo fundamental, la premisa número uno a tener en cuenta en una relación de pareja, si queremos dejar de sufrir.

Victimismo y reactividad: las dos caras del ego

Nuestro ego, pese a que es necesario en nuestro proceso de desarrollo, puede acarrearnos problemas de adultos, puesto que desde él surgen dos actitudes nada constructivas e infantiles y que son especialmente frecuentes dentro de las relaciones conyugales: el VICTIMISMO y la REACTIVIDAD.

El VICTIMISMO, nos lleva a considerarnos unas marionetas del destino, donde sentimos que no tenemos responsabilidad sobre nada de lo que nos ocurre y la causa de nuestros males es externa a nosotrxs. La culpa es de los demás (mi pareja, mi padre, mi jefe…), o de las circunstancias (el gobierno, la economía, el pasado…) y así, adoptamos una actitud de queja ante la vida, lo que nos lleva a generarnos unas expectativas respecto a cómo deberían ser los acontecimientos o cómo deberían comportarse las personas (algo que está absolutamente fuera de nuestro control, y que es la auténtica raíz de la mayor parte del sufrimiento humano). Si quieres profundizar más sobre este tema, no te pierdas este artículo: Cómo dejar de preocuparse por todo.

Esta actitud de queja es muy popular (el o la que no se queje de vez en cuando… ¡que tire la primera piedra!), pero es peligrosa cuando nos instalamos en ella, ya que nos arrebata el “superpoder” de cambiar nuestra propia realidad. Pero, hay un antídoto para el victimismo: la RESPONSABILIDAD PERSONAL. ¿Te imaginas un mundo donde tú sólo te tienes que ocupar de tus emociones y no de cómo lo que haces o no haces puede afectar a los demás? ¿No sería más sencillo y sobre todo, más viable? Cuando tomamos las riendas y vemos la vida bajo el prisma de nuestra RESPONSABILIDAD PERSONAL, nos hacemos cargo de todo aquello que depende de nosotrxs en el arte de hacernos felices, de cómo interpretamos la vida, de las decisiones que tomamos y las consecuencias de las mismas. Cuando quieras que cambie algo, pregúntate qué puedes hacer tú para que la situación sea diferente, en lugar de echar balones fuera o esperar que alguien se haga cargo de ti, o cambie por ti. Acepta la realidad, acepta a lxs demás y centra el cambio en ti, en lo que está en tu mano. Te garantizo que así no sufrirás ni te frustrarás nunca.

La REACTIVIDAD es la tendencia a reaccionar de forma automática, impulsiva y no consciente ante estímulos externos, fruto de nuestra cultura y de nuestro aprendizaje y por supuesto, de nuestro victimismo. Es la tendencia a “envenenarnos”, a tomarnos las cosas que nos suceden como algo personal, cuando en la mayoría de los casos nada tienen que ver con unx:

  • El semáforo se pone en verde y el de adelante no reacciona con la rapidez que te gustaría y te cabreas.
  • Tu pareja no deja sus cosas recogidas como a ti te gusta y te enajenas.
  • Tu compañera de trabajo no te puede cambiar un turno y te perturbas…

Cuando estas circunstancias ajenas a tu control, te disgustan y te hacen saltar, eso es reactividad y, como ocurre con el victimismo, te desempodera. Siento decirte que no eres el centro del mundo y no hay un complot judeo-masónico en tu contra: lo que te acontece, tu realidad, es neutra, y tú decides si quieres reaccionar ante ella desde la aceptación, (siendo consciente de lo que no depende de ti y poniendo el foco en cambiar aquello que sí está en tu mano), o si prefieres vivirlo de forma reactiva y victimista, enfadándote y culpando a lxs demás de tu “cruel destino”.

¿Y cómo afecta todo esto a mi relación de pareja?

Pues afecta, y mucho… Una relación de pareja sana debe cimentarse en:

  • LA RESPONSABILIDAD PERSONAL: mis emociones son mías y sólo yo tengo la capacidad de manejarlas. Soy consciente de que tú, mi pareja, no las provocas, sino que yo, desde mi reactividad permito que se instalen y por lo tanto sólo yo, puedo “desinstalarlas”. En ese sentido, tu única responsabilidad como pareja, es no ponérmelo difícil (o mejor aún, hacérmelo fácil). Veamos un ejemplo en pareja: Si Ana se perturba y se enfada porque Pedro llega tarde a recogerla (algo que es habitual en él, por lo que la expectativa de Ana debería ser que será impuntual, en lugar de lo contrario), es responsabilidad de Ana y está en su mano y bajo su control el desenfadarse. Pedro, por su parte, puede “ponérselo fácil” disculpándose, en lugar de reprocharle que si llega tarde es porque ha estado trabajando para mantener a la familia, ya que ella no trabaja (del mismo modo, si Pedro responde a la defensiva y con reproches, también está siendo reactivo).
  • Siguiendo en esta línea de la responsabilidad personal, no olvides que NADIE PUEDE HACERTE FELIZ del mismo modo que nadie puede hacerte sufrir. Es TU elección.
  • AJUSTA TUS EXPECTATIVAS: deja de esperar que las cosas tienen que ser como tú quieres (¿se puede ser más egocéntricx?). La base de nuestro sufrimiento es esperar lo que no sucede. Y esto nos lleva al siguiente cimiento…
  • ACEPTACIÓN: no intentes cambiar a nadie. El único cambio viable es el tuyo propio, es el único que depende íntegramente de ti. Cuando algo te disguste, pregúntate: ¿qué puedo hacer yo para que la situación sea diferente?
  • ABANDONA el VICTIMISMO: deja de juzgar y culpar a lxs demás y/o a las circunstancias de lo negativo que te ocurre y súbete el reto de ser el arquitectx de tu destino. Cuando señalas a otrx con el dedo, tres te señalan a ti…Piénsalo.

Rebeca Lajos Rañó
Terapeuta de Pareja en Aidé



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