Ley de la Reciprocidad. Tratamiento para aumentar el deseo sexual
La mayor parte de las mujeres que acuden a nuestra consulta en busca de asesoramiento sexológico, lo hacen por alguna cuestión relacionada con su deseo sexual. Han experimentado una disminución del mismo y ello acaba afectando, en muchas ocasiones, a su autoestima y a su relación de pareja, lo que les lleva a buscar un tratamiento para la falta de líbido.
Si bien es cierto que esta dificultad sexual no es exclusiva del sexo femenino, es más habitual en ellas. En ellos, los problemas de deseo suelen estar asociados a situaciones de estrés o son secundarios a otras dificultades sexuales: problemas de erección, dificultades en el control eyaculatorio…
Sea como fuere, en este artículo queremos enseñaros una herramienta que utilizamos en nuestra terapia sexual para facilitar la recuperación de la intimidad, como paso previo a trabajar el cómo aumentar la líbido, ya sea hombre o mujer el que la padece. Una herramienta que forma parte del tratamiento para la disminución de la líbido. ¿Preparad@s?
Tratamiento para la falta de líbido en mujeres y hombres
Es bastante habitual que una inicial disminución del deseo y, por tanto, de los contactos sexuales, acabe pasando factura también a la esfera afectiva. ¿Por qué ocurre algo así? La razón primordial es que, a la persona que tiene bajo deseo, le suele costar “arrancar”, y si hace algún gesto de cariño, o afectivo, teme que éste sea interpretado por su cónyuge como el inicio de un contacto sexual, y en ese momento no le apetece. De este modo, para evitar “calentar” la situación, no inicia ese contacto afectivo, hasta el punto de que, con el tiempo, se puede llegar a perder la afectividad. Paralelamente a esto, si la pareja inicia ese contacto afectivo o sensual, se siente “en la obligación” de responder, y como ya hemos hablado en otros artículos de este blog, deseo y obligación ¡no son buenos compañeros! Así que, la situación es la siguiente: la persona con bajo deseo va a tender a evitar las muestras de afecto de su pareja, y tampoco las va a iniciar por sí misma. Conclusión: ¡¡Bye-bye intimidad!!… ¡Hola compañer@s de piso!
Pero… ¡Tenemos una solución! Un juego, herramienta o tratamiento para solucionar la falta de deseo sexual en la mujer o el hombre. Se conoce como “Ley de la Reciprocidad” y consiste en dar a la persona que tiene el problema de deseo, el poder sexual. Para que resulte más comprensible, vamos a hablar de una hipotética pareja donde ella, Elena, tiene un bajo deseo sexual, y Juan, su compañero, tiene mayor nivel de deseo, que además se ha visto incrementado a raíz de la disminución del de Elena. Juan tiende a insistir y buscar desesperadamente a Elena para tener intimidad sexual, y ella se escabulle como puede para no sentirse presionada, si no le apetece. Por otro lado, ella ha dejado de besar a Juan, porque teme que, al hacerlo, él interprete que va a pasar “algo más”. Ante esta situación, ambos deciden buscar ayuda y buscar un tratamiento para aumentar el apetito sexual y mejorar su relación.
Según veníamos diciendo, con la “Ley de la Reciprocidad” Elena es la que tiene “el poder” y ella decide qué se hace y qué no se hace en la intimidad (como una forma de garantizar que no se hará nada que no quiera y no se sentirá forzada a responder a las demandas sexuales de su compañero). Esto hará que se sienta más relajada y conecte más con su deseo. Vamos a explicar esta herramienta para mejorar el deseo sexual con más detalle.
Lo primero que hay que hacer es dividir las actividades afectivo-sexuales en tres bloques (Intimidad afectiva, Intimidad sensual e Intimidad sexual), y definir qué prácticas vamos a incluir en cada una de ellas (según el criterio consensuado de la pareja). Vamos a poneros un ejemplo para que sea más gráfico:
1. Intimidad afectiva: beso en la mejilla, “pico”, caricia en una zona no erógena, abrazo, coger de la mano…
2. Intimidad sensual: beso apasionado, masaje, caricia en zona erógena no genital…
3. Intimidad sexual: masturbación, sexo oral, penetración…
Una vez hecho esto, es momento de clasificar las actividades de forma jerarquizada, de menos a más intimidad/intensidad. Siguiendo el gráfico anterior numeraremos cada actividad de 1 a 14 (en este caso) según el grado de intimidad que suponga para la pareja (en caso de que no haya acuerdo respecto a esta jerarquía, la última palabra la tiene la persona con el “poder sexual”, es decir, la que tiene bajo deseo -en nuestro ejemplo, Elena-).
Una vez hecha esta jerarquía, la dinámica es sencilla: la persona con bajo deseo (Elena) iniciará cualquier tipo de contacto, y la pareja (Juan) sólo podrá responder en el mismo nivel o menos, pero nunca más. Si Elena besa apasionadamente a Juan, él podrá besarla apasionadamente, abrazarla, hacerle una caricia no erógena, o darle un pico, pero no podrá hacerle un masaje, una caricia erógena o por ejemplo sexo oral, ya que estaría sobrepasando el nivel 6, que es el que ella ha elegido. Si Elena “avanza” hasta el sexo oral, entonces todo aquello que esté hasta ese nivel (según el gráfico, el 12) estaría permitido.
De este modo, la persona que tiene bajo deseo decide en cada momento qué le apetece hacer y se lo hace saber a su pareja, de un modo sutil. Además, con esta dinámica es más fácil que Elena se deje llevar, y pese a quizás no sentir demasiado deseo al principio, éste se vaya reactivando a medida que ella fluye. Es importante que la pareja se implique (Juan en este caso) y se comprometa a no saltarse las “reglas del juego”, o esta herramienta del tratamiento para recuperar el deseo sexual inhibido no funcionará (la confianza es fundamental para que Elena se relaje, fluya y así conecte con su deseo).
Este juego de la reciprocidad se puede hacer por niveles (del 1 al 14 en nuestro ejemplo), o por bloques (bloque afectivo, sensual y sexual), de modo que, si Elena inicia un contacto con una actividad del bloque afectivo, Juan podrá responder con cualquiera de las actividades del bloque afectivo, aunque estén por delante, pero no podrá pasar al bloque sensual ni al sexual. Si se opta por esta opción, es recomendable que en el bloque sexual se haga igualmente por niveles ya que suele ser el que puede generar más presiones para la persona que tiene el deseo bajo.
Esperamos que esta herramienta del tratamiento para aumentar la líbido femenina y masculina os haya gustado y os sea de utilidad. Pero no olvides que, aunque esta actividad es muy útil, no sustituye a la labor de un profesional de la sexología, que será el que mejor pueda asesorar y acompañar ante una bajada de líbido.
Y si quieres más info sobre cómo reavivar el deseo, no te pierdas nuestro siguiente vídeo: 🔥 5 claves para reactivar tu vida sexual en pareja
Rebeca Lajos Rañó
Psicóloga-Sexóloga en Aidé