fantasías sexuales

Fantasías Sexuales: ¿ángeles o demonios?

Dado el aluvión de preguntas que nos habéis hecho llegar sobre las fantasías sexuales, hemos decidido publicar un artículo dando respuesta a aquéllas más recurrentes. Sin duda es una temática que ha despertado vuestra curiosidad y que sabemos que está aún rodeada de cierta mitología.

Si bien todos tenemos la capacidad de imaginar y de fantasear, no siempre llevamos bien el hecho de hacerlo en el terreno sexual. ¿Son las fantasías sexuales fruto quizás de nuestra mente perversa? ¿Expresión de una insatisfacción latente? ¿O una saludable forma de enriquecer nuestra vida sexual? A continuación, trataremos de resolver algunos de estos “enigmas” sobre las fantasías eróticas y ¡quién sabe si desatarán el potencial de nuestra imaginación!

¿QUÉ ES UNA FANTASÍA SEXUAL EXACTAMENTE?

Una fantasía sexual o fantasía erótica no es más que un pensamiento o una imagen sobre un tema de índole sexual que nos lleva a sentir placer y/o excitación. Es algo que está en nuestra imaginación, por lo tanto, reside en el plano de lo irreal, no son acciones.

Podemos transformar estos pensamientos en lo que más nos guste; ya sea de forma consciente, moldeando una historia con principio, nudo y desenlace, o bien dejándonos llevar y disfrutando de todo aquello que vaya surgiendo en nuestra mente. Y esto último es importante. Las fantasías nacen en nuestra mente. Es algo muy íntimo que bebe de nuestros pensamientos más privados.

Por la sociedad en la que vivimos, existe la tendencia a creer que la sexualidad es algo que sólo existe cuando estamos implicados con otra persona. Pero la sexualidad pertenece a un@ mism@; somos dueñ@s y responsables de nuestra sexualidad por lo que estas fantasías únicamente pertenecen a quien las crea y son para su total disfrute, ya sea en el sexo a solas o practicando sexo en compañía.

ENTONCES… ¿NO SE DEBEN COMPARTIR LAS FANTASÍAS SEXUALES?

Compartir las fantasías sexuales con la pareja puede ser una experiencia muy placentera, dando pie a juegos o a fantasías más elaboradas que tengan aportaciones de ambas partes. Lo más probable es que, al igual que tú tienes las tuyas, tu pareja tenga sus propias fantasías eróticas. Escucharlas (y contarlas) requiere de una buena confianza y el resultado puede ser muy grato, pero no es algo que se deba forzar nunca. Compartirlas o no, es una elección.

La sexualidad de una persona es algo que elegimos compartir y disfrutar juntos, pero que en última instancia pertenece a un@ mism@, nunca pertenece a la pareja.

¿ES BUENO O MALO TENER FANTASÍAS SEXUALES? ¿PARA QUÉ SIRVEN?

Tener fantasías sexuales es de lo más normal. Tanto hombres como mujeres han tenido, tienen y tendrán fantasías de esta índole, desde las más simples hasta las más complejas e insólitas.

Hay quien cree que el tener fantasías sexuales refleja cierta insatisfacción en la vida de pareja, sin embargo, si lo pensamos bien, fantasear o desear algo son acciones que realizamos diariamente casi sin darnos cuenta y no necesariamente brotan de sentimientos de insatisfacción.

En nuestro día a día deseamos cientos de cosas. Deseamos que ocurran cientos de situaciones e incluso fantaseamos con que ocurren. Fantaseamos con cómo nos comportaríamos si ocurrieran, fantaseamos con lo que diríamos o qué sentiríamos. Lo hacemos de forma automática y tal como llega un deseo, se marcha. Los deseos sexuales y las fantasías eróticas no son distintas. Pueden llegar, podemos disfrutarlos y fantasear con ellos, y los podemos dejar ir.

¿Y para qué? Para expresarnos. Cuando fantaseamos, hablamos con nosotr@s mism@s, nos conocemos mejor, nos escuchamos y nos sentimos. Más allá de esto, las fantasías sexuales nos ayudan a salir de la zona de confort, probando qué podría gustarnos o qué no. Podemos ensayar en nuestra mente conductas sexuales que nunca hemos llevado a la práctica y nos gustaría, o evadirnos de la vida real y fantasear con algo que sabemos que no vamos a vivir (ya sea porque no queremos o porque es imposible).

En definitiva, las fantasías sexuales son una parte más de nuestra sexualidad. No tienen que tener un objetivo concreto y exclusivo. Sirven para disfrutar.

¿Y POR QUÉ ME SIENTO MAL EN OCASIONES AL FANTASEAR?

Desde muy pequeñ@s nos han enseñado (más o menos conscientemente) cómo debe ser una relación amorosa y cómo deben ser las relaciones sexuales dentro de la misma. Todo siempre dentro de una “normalidad”, de lo socialmente aceptable. En consecuencia, hay cosas que al crecer nos parecen “anormales” o socialmente inaceptables, cosas que jamás haríamos. Es por esta razón que existen miedos en torno a las fantasías sexuales. Ese filtro social que tenemos tan interiorizado y que se activa ante aquellas cosas que consideramos malas o inmorales, puede crearnos sensaciones negativas como culpabilidad o confusión.

Los sentimientos de culpabilidad suelen estar muy ligados a la percepción de la infidelidad. Existe la creencia inconsciente de que si fantaseamos con alguien que no sea nuestra pareja o con algo que ésta no aceptaría (como un trío o una sesión de voyerismo), estamos de algún modo siendo infieles o “mintiendo”. Pero esto no es así. Muchas veces se escuchan frases como “yo no necesito tener fantasías, me va bien con mi pareja” y lo cierto es que esta idea ha sido puesta en tela de juicio por autores que consideran que las fantasías sexuales son simplemente una herramienta más que existe en nuestro repertorio sexual. Su único objetivo es darnos placer erótico y con ellas explorar nuestra sexualidad. En ningún momento estamos siendo infieles a nuestra pareja, es más, estamos siendo fieles a nosotr@s mism@s conociéndonos mejor y siendo honest@s con lo que nos gusta, lo que despierta nuestros deseos y nuestra excitación.

La segunda sensación más común que viene de la mano de las fantasías sexuales es la confusión. Confusión que puede aparecer cuando fantaseamos, por ejemplo, con tener relaciones con alguien de nuestro mismo sexo o incluso fantasías más extremas, como que nos obliguen a mantener relaciones sexuales. Este miedo probablemente surge porque de alguna forma tenemos asociado que si fantaseamos con algo, es porque queremos llevarlo a cabo en un futuro no muy lejano. Y esto tampoco es así. Las fantasías nacen y existen en nuestra mente porque tenemos capacidad de imaginación y es ahí donde radica su poder erótico, donde todo está permitido y no tenemos que censurarnos de ninguna forma y donde siempre tenemos el control.

Es cierto que en algunos casos usamos las fantasías para explorar si algo nos gusta o no, y por tanto si nos planteamos llevarlas a cabo después. Pero esto no es la norma. Muchas fantasías pierden totalmente su poder erótico si nos planteamos hacerlas realidad.

Hay fantasías con las que jugamos únicamente porque son algo prohibido que realmente no haríamos. En relación a esto se han llevado a cabo algunos estudios muy interesantes. En concreto, un estudio con mujeres cuyas fantasías tenían que ver con la sumisión y con ser forzadas a mantener relaciones sexuales, concluyó que, de ninguna manera, a ellas les excitaba lo que era una violación o un abuso real, quedando totalmente desligada la fantasía de la situación real.

En conclusión, las fantasías sexuales son parte de nosotr@s mism@s, de nuestra personalidad, de nuestros gustos, y aunque durante siglos se las haya tachado de “acciones impuras” que tenemos que rechazar, su único objetivo es darnos placer y ayudarnos a conocernos mejor en un ámbito muy íntimo de nuestro ser. Son una fuente de crecimiento personal, de autoconocimiento, de placer, de juego y de creatividad.  ¡¡Aprovechémoslas!! ¡¡La imaginación es el límite!!

Pues bien, esta ha sido una primera aproximación al tema de las fantasías sexuales… En nuestros dos siguientes artículos hablaremos acerca de las fantasías sexuales femeninas y las fantasías sexuales masculinas más comunes. ¡No dejes de leerlos!

 

Vicky Ramírez Barcia

Practicum en Aidé Psicología



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